En esta sección resolvemos todas tus dudas sobre nutrición, envía tus consultas y nuestro equipo de nutricionistas intentará resolverlas. A continuación te mostramos algunas de las más destacadas.
Si hablamos desde un punto de vista nutricional, los alimentos orgánicos no son ni mejor ni peor que los convencionales. La diferencia entre un alimento orgánico y uno convencional reside en su cultivo.
Los alimentos orgánicos se cultivan sin el uso de fertilizantes sintéticos como pueden ser los pesticidas, las hormonas de crecimiento o los antibióticos. Aunque hay algunos de estos que sí están permitidos en la agricultura orgánica. Sin embargo, un alimento convencional se cultiva utilizando uno o varios materiales de los mencionados anteriormente.
Por este motivo, la vida útil de los alimentos convencionales suele ser mayor que la de un alimento orgánico. Esto no implica que necesariamente, y a nivel nutricional, el orgánico sea mejor, ya que la composición nutricional del alimento es la misma, independientemente de si es tratado o no con pesticidas.
Una intolerancia alimentaria es una reacción adversa del organismo ante la ingesta de determinados alimentos, aditivos y conservantes.
Lo primero y más importante es saber identificar si estamos ante una alergia o una intolerancia alimentaria, ya que no es lo mismo. La alergia desencadena una reacción más rápida en el sistema inmunológico y los síntomas que provoca son más graves que los de la intolerancia; por lo que, en caso de una alergia alimentaria, hay que buscar ayuda médica urgente. En cambio, en el caso de una intolerancia alimentaria la sintomatología que se presenta es más leve; puede ir desde diarreas y náuseas hasta dolor abdominal, dolor de cabeza, fatiga, erupciones u otros problemas en la piel.
Los alimentos más comunes que pueden provocar intolerancia son los huevos, el pescado, la leche, los frutos secos, el marisco, la soja y el gluten. Ante un caso de intolerancia alimentaria, consulta a un médico para detectar qué alimento o alimentos provocan estas reacciones. El tratamiento suele consistir en el seguimiento de una dieta en la que se evite el consumo de la sustancia o sustancias que provocan el problema y, en caso de sufrir los síntomas, acude al médico para tratarlos.
El plato saludable, también conocido como “plato de Harvard”, sustituye a la tradicional guía de la pirámide alimentaria. Su objetivo es cambiar el concepto de cómo debería ser una dieta equilibrada y buscar la forma de comer saludablemente, centrando la importancia en la calidad de la comida y no tanto en cantidades o mediciones de calorías como lo hacen otras guías.
Acompañando a este tipo de guía de alimentación, se recomienda mantenerse activo y hacer ejercicio diario. Y puede aplicarse a cualquier dieta, tanto para adultos como para niños.
Está basada en las propiedades nutricionales de los alimentos, recomendando aquellos que son más saludables, de manera que un plato debería estar constituido por cuatro elementos básicos:
La fecha de caducidad se utiliza para alimentos altamente perecederos, como lo son el pescado fresco, la carne picada fresca, etc. Se añade, principalmente, por cuestión de seguridad. Indica que tras la fecha de caducidad establecida el alimento NO ES SEGURO para consumirse a pesar de que muestre un "buen aspecto". Suele darse en alimentos con alta capacidad de desarrollo microbiano por el hecho de ser frescos, sin tratamientos y con humedades altas.
En cambio, la fecha de consumo preferente no está tan ligada a la seguridad sino más bien a la calidad organoléptica del propio alimento. Éste será seguro para consumir después de la fecha de consumo preferente, siempre y cuando no haya alcanzado un grado de deterioro tal que lo convierta en NO APTO para el consumo. Se recomienda siempre hacer una comprobación del aspecto, olor y sabor antes de "desecharlo".
Para nuestros productos, que son de bajo riesgo y estables a temperatura ambiente, siempre usamos la fecha de CONSUMO PREFERENTE acorde al formato mes/año. Según la Regulación EU se debe indicar:
▪️ «Consumir preferentemente antes del …» cuando la fecha incluya la indicación del día.
▪️ «Consumir preferentemente antes del fin de …» en los demás casos.
No existe un peso ideal o peso saludable. Este término fue creado por una agencia de seguros norteamericana para determinar si las personas presentaban riesgos de salud relacionados con el peso corporal. Este "peso saludable" estaba determinado por la altura y el sexo, pero no tenía en cuenta otros factores determinantes como la edad o la composición corporal.
Calcular el índice de masa corporal (IMC) no es una buena idea si se hace de forma individualizada; este cálculo solo relaciona el peso con la altura de un individuo. Es decir, determina si esa persona está en un peso normal únicamente en función de su altura. Esto significa que una persona con masa muscular elevada puede tener el mismo IMC que una persona con sobrepeso, puesto que el músculo pesa más que la grasa pero ocupa menos espacio. Del mismo modo, la báscula tampoco aporta un diagnóstico integral.
Hay que focalizar la importancia en presentar una buena distribución corporal; es decir, controlar los valores de masa grasa, masa muscular y estado de hidratación, y no tanto el peso.
Para conseguir una disminución del peso corporal hay que crear un déficit calórico, o lo que es lo mismo, consumir menos calorías de las que el cuerpo emplea. Esto se consigue reduciendo el número de calorías ingeridas habitualmente y aumentando el ejercicio físico. Aunque no solamente estos dos factores promueven una pérdida de peso. En ocasiones, el estrés o la ansiedad también pueden dificultar este proceso.
Los alimentos congelados pasan por un proceso de conservación que consiste en someterlos a temperaturas próximas a -18ºC. El agua que contienen ahí se transforma en cristales de hielo. Al congelarse, dejan de estar disponibles para el crecimiento de microorganismos y para algunas reacciones químicas del alimento, de forma que se consigue alargar su vida útil.
Con este proceso de congelación no se pierden nutrientes si se lleva a cabo de forma correcta; es decir, una vez descongelado el alimento, no lo volvemos a congelar. Porque, con los alimentos congelados, lo único que hacemos es inhibir las reacciones químicas y microbiológicas que pueden ocurrir sin modificar su composición nutricional.
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