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Seguramente menos de las que te gustaría.
Piensa en aquel familiar que ha estado escuchando tu misma historia una y otra vez durante horas, en aquel amigo que te ayudó con la mudanza o en el compañero de trabajo que hizo horas extra desinteresadamente para que tu proyecto saliera adelante.
¿Les has dado las gracias? A menudo nos da vergüenza decirlo, o simplemente damos por hecho que esa persona sabe que nos sentimos agradecidos; pero dar las gracias de corazón no tiene precio.
Además, existen otras formas de demostrar agradecimiento. En ocasiones, un simple gesto puede alegrarle el día a la persona que menos se lo espera.
El primer objetivo que te proponemos es darle las gracias a alguien. Piensa en tus padres, tus hermanos, tu mejor amigo o el vecino del 4º. ¿Han hecho algo por ti? ¿Has hecho tú algo por ellos? ¿No?
Invítales a casa, saca una bebida, pon unos frutos secos sobre la mesa y dales las gracias. Es posible que se pregunten qué quieres de ellos, pero es que no estamos acostumbrados a dar sin esperar nada a cambio.
También puedes prepararles un riquísimo sándwich de crema de cacahuete o, si te animas a hornear, nuestro facilísimo brownie.
¿Sabes qué va a generar este pequeño gesto? Ambos os sentiréis mejor.
Tú lo harás porque vas a hacer sentir bien a una persona que quieres y que te ha ayudado cuando más lo necesitabas. Y él o ella, porque seguro que les ilusionará que te acuerdes de la vez que estuvieron ahí para ti.
Cuando eres agradecido, tu mente se enfoca en lo que tienes y no en aquello de lo que careces. Mira a tu alrededor y piensa: “¿me falta algo?”.
Pues probablemente unas nueces de Brasil… pero para eso ya estamos nosotros 😉
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