Debemos tener en cuenta las calorías si hacemos referencia a la composición corporal; es decir, cuando nuestro objetivo es mantener, disminuir o aumentar el porcentaje de grasa o de masa muscular. Esto lo conseguiremos con un balance energético acorde al objetivo (positivo o negativo). Por ejemplo, si tenemos un gasto energético de 1500 kcal y nuestro objetivo es conseguir un aumento de masa muscular, debemos ingerir una cantidad de kilocalorías mayor al gasto.

Ahora bien, un alimento no es más o menos saludable en función de las calorías que tenga, sino de su composición e ingredientes. Por ejemplo, el aceite de oliva o los frutos secos son muy calóricos pero muy saludables a la vez, ya que nos aportan energía, saciedad y grasas de alta calidad. Y, al contrario, un alimento poco calórico puede no ser saludable, como ocurre con los productos etiquetados como light. Estos tienen pocas calorías, pero sus ingredientes y composición nutricional suelen ser de baja calidad y altamente procesados.

Por tanto, dependiendo del objetivo, debemos tener en cuenta las calorías. No existe un número ideal de calorías al día, pues esto va a depender de cada persona: de sus necesidades físicas, factores fisiológicos, composición corporal, actividad física, etc. Lo más importante de un alimento es su composición, independientemente de las calorías que tenga.